Perro

Como un perro. Un perro viejo, seco, amargado, arisco, gruñón, que ladra y muerde a diestra y siniestra. Un ente de mierda. Un maricón. Un hijo de puta. Sin asco de traicionar.
Y que no me vengan con cosas, que yo solo velo por mi pellejo.

Y me aprovecharé de la mujer que me dió su cariño. Y me comeré los restos inertes de lo que algunos dicen alma, y que yo considero estupidez humana. Y que no me importe la salud de nadie, ni la mía propia y de nadie más. Y que me llueva encima con la misma frialdad que cala por dentro de mi propio cuerpo. Y que me llueva encima la piedra dura tan dura como yo mismo. Y que me lluevan las balas de tus palabras cual ráfaga de arena en un desierto podrido, hecho de mierda, la mierda más fétida creada por mis palabras y actos.

Y más violencia para mí y para mi cuerpo, que a pesar de todo resiste, a pesar de que quiero lo contrario. Y que se acabe todo en un golpe mal dado al cráneo. Y juro que comeré tus restos para que me juzguen y me echen a la suerte de las moscas y termine sin cristiana sepultura, ni ritual pagano, ni siquiera un agujero en el piso. Y que de mi cabeza se escape la pérfida lengua y me la muerdan otros perros menos asquerosos que yo, porque estoy al final de la cadena.