domingo, 2 de febrero de 2014

Loimuchka



India hermosa. Yo temblaba con tu gracia divina y tu belleza pura. Es que no era sólo eso, más bien era lo que se albergaba en tu mente:
una mujer fuerte, orgullosa de sus raíces con la voz propia de los pueblos pasados a llevar, sin asco a des-encasillarse de la sociedad y sus costumbres anti naturales. Por eso nunca comprendí que estuvieses casada, es decir, no podía concebir que un hombre pudiera ¿domarte?… y si es que se podía. En lo personal, eras libre y punto. Naturalmente, ya no te puedo amar, Lakutaia Le Kipa. O Rosa Yagán, como te bautizaron los ingleses.

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