sábado, 1 de febrero de 2014

Llueve


Pasó a mis diecisiete años. Caminaba de noche, cuando comenzó una lluvia torrencial, típica del invierno Puntarenense. Mientras miraba a mi barrio, se me vino a la cabeza cómo la gente pasa las noches de lluvia y huye del frío que cala hasta los huesos.
Desde ese momento sentí distinta a la lluvia. La lluvia era, para mí, un regalo. ¿Por qué? Simple, querida. El ser humano está compuesto, en su mayoría, por agua. Necesitamos del agua, y quizás se acabe pronto. ¿Ahora me entiendes, mi amor? Cuando llueve, siento que parte de nosotros cae del cielo, parte vital de nuestro espíritu. La lluvia es el punto en común más sencillo y amplio del ser humano. Sólo cierra tus ojos y siéntete a ti misma volver del cielo a tu largo cabello.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario